La edad solo es un número.

¡Buenas tardes! ¿Cómo estáis? Como todas las semanas, me paso por aquí para dejaros algo que me haya llamado la atención en Internet y que, espero realmente, que os identifiquéis al máximo y que, sobre todo, nos haga reflexionar a todos.
Esta vez os ofrezco un vídeo que vi hace un par de día en una de mis redes sociales y que me pareció algo a lo que le restamos toda la importancia sin darnos cuenta de que es algo que vivimos muy de cerca y que, probablemente, de aquí a unos años sufriremos en nuestras propias carnes.
Es un hecho que las personas avanzadas en edad son vistas por gran parte de la población como estorbos, como algo inútil que no desempeña ninguna función importante o interesante a nadie. Lo más triste de toda esta situación, es que muchas veces esta injusticia está protagonizada por los propios familiares de estas personas. O sea, parémonos todos a pensar un momento. Sin nuestros ancianos y ancianas, ¿alguno de nosotros estaría aquí ahora mismo o tendría todo lo que tenemos ahora mismo? Es una actitud bastante egoísta y algo que me da bastante miedo al pensarlo.
Yo veo a mi abuela o a mi abuelo y lo único que siento es admiración por ellos, ya que en los tiempos en que nacieron no era nada fácil sacar hacia adelante una familia como ellos lo hicieron. Por lo tanto, lo que menos se me ocurre es tratarles como un objeto sin valor, como si no existieran. No solo a ellos, sino a todos los ancianos, porque me parecen personas admirables a la par que envidiables.
La etapa de la vejez no es igual recibida y asumida por todas las personas. Unos la toman como algo depresivo, pues se están acercando poco a poco al final de sus vidas; pero, por otra parte, algunos lo consideran como un período más de sus vidas, que deben afrontar al igual que han ido haciendo con todos los anteriores. Creo que la segunda postura es la más acertada ya que evitas, primordialmente, que nadie pueda hacerte daño con comentarios tipo "viejos de mierda, no servís para nada".
Lo que quiero mostrar con todo esto es que los ancianos son personas, con sus derechos y deberes como yo, como tú o como cualquier persona del mundo, y no merecen ser tratados como perros o ignorados como si no existieran. Merecen un respeto y, a mi parecer, merecen todo el respeto de cada uno de nosotros. No tienen que soportar que nadie les digan que no valen ni mucho menos que nadie vale más que ellos. Basta ya.
A día de hoy tengo 18 años y muchas veces lo pienso. No me gusta nada pensar en el tema de hacerme mayor ni de la muerte, pero creo que a medida que me vaya haciendo mayor y haya vivido numerosas experiencias que me faltan por vivir, es algo que aceptaré y me tomaré con la máxima naturalidad posible.
Hasta aquí mi publicación semanal. Espero que os haya servido para algo y que poco a poco vayamos cambiando ciertas imágenes preconcebidas que tiene nuestro cerebro.
Un saludo y que pasen una buena semana.